La psicología estudia los comportamientos de los individuos en cada uno de sus ciclos vitales, en el presente artículo haremos un análisis de la relación entre el diagnóstico de depresión y el consumo de sustancias psicoactivas, y cómo este inicia en una etapa de crecientes cambios: la adolescencia. El inicio del consumo de sustancias tóxicas no se debe nunca a un factor determinante, siempre es la suma de una serie de situaciones entrelazadas que conllevan a la problemática, dentro de los factores de riesgo incitantes para iniciarse en consumo se encuentran las pautas de crianza familiares y los límites característicos de un núcleo familiar. 

Existen familias con padres con autoridad, autoritarios, permisivos e indiferentes; el modelo que resulta mayormente adaptativo y positivo para el adolescente es el de los padres con autoridad puesto que “ejercen mucho control y mucha calidez” manteniendo un equilibrio que facilita la independencia y autonomía, mientras que el modelo más nocivo se encuentra en los padres indiferentes: “los hijos de los padres indiferentes son los que están en peor situación y, si sus padres son negligentes, se sienten libres de dar rienda suelta a sus impulsos más destructivos” (Becoña, 2007, p. 14). Lo anterior se sintetiza como un factor predisponente al consumo de sustancias psicoactivas, por supuesto que las pautas de crianza inadecuadas o ineficaces promueven de manera implícita las conductas adictivas, sin embargo, no es la única razón por la cual un individuo se mantenga en consumo. La depresión como enfermedad mental también se enmarca como un factor de riesgo y predisponente al consumo, algunos estudios demuestran que el uso de drogas se encuentra precedido por algún tipo de malestar, “en este mismo sentido, de forma genérica, parece claro que el uso de drogas podría estar fuertemente relacionado con problemas de salud mental entre los jóvenes en los que se dan otros factores de riesgo”. (Gómez, Muñoz, Rodríguez & Fernandez, 2000, p.172). La sintomatología depresiva tiende a aparecer en etapa adolescente, o al menos a ser evidente en este período para quien la padece; cuando un adolescente o adulto joven tiene cambios de ánimo, falta de motivación, perdida de interés por actividades cotidianas, poco apetito sexual y demás, abre la puerta al uso de drogas como catalizador de emociones, una vez el consumo empieza a ser crónico y se genera  dependencia a sustancias tóxicas se inicia la discusión sobre la aparición de diagnóstico dual. El diagnóstico dual hace referencia a la aparición de un trastorno mental y un problema con drogas o alcohol donde no se tiene claridad sobre cual desató al otro, conviven simultáneamente empeorando la salud de quien lo padece. Para tratar el diagnóstico dual es importante trabajar al individuo de manera integral desde diversas disciplinas que aporten a la recuperación física y mental, y al mismo tiempo intervenir los diferentes escenarios de participación de la persona tales como la familia, la escuela o el trabajo, esto puede hacerse desde diversas modalidades: ambulatorio o internación, la elección de cada una de estas dependerá del nivel de cronicidad de cada persona y su historial de consumo. Lo realmente importante es tener claridad sobre el nivel de afectación para la elaboración de un plan de trabajo que encierre los diferentes aspectos a trabajar brindándole al individuo la mejor atención posible. 4

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Angie Cifuentes

Psicóloga


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