Según la Organización Mundial de la Salud, “el suicidio es un acto deliberadamente iniciado y llevado a cabo por un individuo con el conocimiento o la expectativa de que su resultado va a ser la muerte”, Este es valorado por medio de factores epidemiológicos, de antecedentes personales y del estado mental y de los estresantes actuales a los que está sometido el individuo. La ideación suicida implica todos los pensamientos «que los individuos tienen respecto a desear y formular planes de cometer suicidio».

El rango de la ideación varía de breves a profundos pensamientos, planeación detallada, representaciones e intentos no exitosos. La mayoría de las personas que experimentan pensamientos  suicidas no llevan a cabo intentos de suicidio, pero puede ser considerado como un factor de riesgo, se han identificado algunos mitos con respeto a la tendencia suicida entre ellos están los siguientes:

  • Los que hablan sobre  suicidio no lo llevan a cabo, de cada 10 personas que se han suicidado 8 habían advertido de forma clara sus intenciones.
  • El suicidio se produce sin previo aviso

Los estudios realizados muestran que muchos suicidas proporcionan un sinnúmero de indicios y advertencias sobre sus intenciones. Por ello es importante aprender a identificar las posibles señales y signos de alerta.

  •  Las personas suicidas están decididas a morir

La mayoría de las personas suicidas están indecisas sobre vivir o morir, es decir se encuentran en una condición de ambivalencia. Lo que hacen es apostar por la muerte dejando que sean otros quienes las salven.

  • una vez que una persona esté en un estado suicida, lo estará para siempre

Las personas que desean quitarse la vida están en un estado de crisis suicida solo por un tiempo, de todas formas esto no excluye  realizar un trabajo terapéutico para descartar posibles intentos en el futuro.

  • El suicidio se hereda o está en la familia

Es un patrón individual. Se hereda una predisposición frente a trastornos depresivos pero no la idea suicidas como tal.

  • Todas las personas que amenazan con suicidarse, los hacen para llamar la atención

Aquí hay un imaginario en el que se afirma que llamar la atención no es algo bueno. Posiblemente quien amenaza con suicidarse quiere llamar la atención y por lo mismo hay que darse, está dando señales de auxilio.

  • Sólo las personas con problemas graves se suicidan, por tanto los niños/adolescentes no se suicidan

El suicidio es multicausal. Muchos problemas pequeños que para los adultos pueden parecer algo trivial, para un niño pueden ser algo catastrófico y un adolescente puede vivirlo como algo altamente dañino.

  • Cuando un individuo da señales de mejoría o sobrevive a un intento de suicidio, está fuera de peligro.

En realidad, uno de los momentos más peligrosos es inmediatamente después de la crisis o cuando la persona está en el hospital después de un intento de suicidio. La semana después del alta es cuando la persona está particularmente frágil y en peligro de hacerse daño, Puesto que el comportamiento pasado es pronóstico de comportamiento futuro, el suicida sigue estando en situación de riesgo.

Factores de riesgo

La identificación de los factores que aumentan o disminuyen el nivel de riesgo suicida es de gran importancia por la estrecha relación que guardan con dicha conducta. El nivel de riesgo aumenta proporcionalmente al número de factores presentes, si bien algunos tienen un peso específico mayor que otros.

La clasificación de los factores de riesgo de la conducta suicida se puede realizar encuadrándolos en distintos campos, como el biológico, el psicológico, el social, el familiar o el ambiental.

Factores de riesgo individuales

  • Trastornos mentales
  • El suicidio se asocia con frecuencia a la presencia de trastornos mentales.
  • Depresión mayor
  • Trastorno bipolar
  • Trastornos psicóticos
  • Trastornos de la conducta alimentaria
  • Trastornos de personalidad

Uso de drogas

El abuso de alcohol o de otras drogas se asocia con mayor riesgo de suicidio. Este abuso suele ser común entre personas con tendencia a ser impulsivas, a tener mayor número de problemas sociales y económicos, y entre personas con conductas de alto riesgo que pueden resultar con frecuencia en lesiones.

Es probable que al tomar más en cuenta los hábitos de consumo de alcohol y drogas en los jóvenes dichos factores puedan sugerir que existe una tendencia de autodestrucción, que puede culminar en un intento suicida.

La situación misma de problemas familiares, laborales y sociales como consecuencia del alcoholismo y abuso de otras SPA, puede inducir estados de depresión, al percibirse como una persona derrotada.

Factores psicológicos

Las variables psicológicas que pueden estar asociadas a la conducta suicida son:

  • La impulsividad
  • El pensamiento dicotómico
  • La rigidez cognitiva
  • La desesperanza
  • La dificultad de resolución de problemas,
  • La sobre generalización en el recuerdo autobiográfico
  • El perfeccionismo.

Estos factores varían en función de la edad, aunque hay dos de especial importancia, la desesperanza y la rigidez cognitiva.

La desesperanza se considera el factor psicológico más influyente en relación con el riesgo de conducta suicida, ya que el 91% de los pacientes con conducta suicida expresan desesperanza.

Factores genéticos y biológicos

En la población general la conducta suicida se asocia con una disfunción del sistema serotoninérgico central, habiéndose encontrado bajos niveles de serotonina y de metabolitos en el líquido cefalorraquídeo de pacientes que se habían suicidado. Además, existe una correspondencia directa entre bajos niveles de la serotonina y escaso control de impulsos.

Enfermedad física o discapacidad

El dolor en una enfermedad crónica, la perdida de movilidad, la desfiguración, así como otras formas de discapacidad o un mal pronóstico de la enfermedad (cáncer, sida, etc.), se relacionan con mayor riesgo de suicidio.

La enfermedad física está presente en el 25% de los suicidios y en el 80% cuando hablamos de personas de edad avanzada.

Factores de riesgos familiares y contextuales

  • Historia familiar de suicidio: aumenta el riesgo de conducta suicida, especialmente en el género femenino  y cuando se produce en un familiar de primer grado.
  • Estado civil. La soltería, divorcio o viudedad se asocian a una falta de apoyo. El apoyo y la comunicación se han considerado características importantes para que las personas tengan mejor salud mental y física.
  • Empleo. La vulnerabilidad de la propia profesión podría estar relacionada tanto con el estrés laboral como con la facilidad de acceso a los medios para acabar con la propia vida.
  • Desempleo. Diversas revisiones describen una asociación entre el desempleo y el suicidio. Personas de edades entre 15 y 24 años
  • Problemas interpersonales familiares: peleas entre cónyuges, padres e hijos, amantes, etc.
  • Pérdidas de seres queridos o financieras importantes (cuando la situación provoca un cambio en la situación económica).
  • Cambios vitales importantes: pérdida de trabajo, jubilación, migración, etc.
  • Acontecimientos que generan emociones muy negativas, como la culpa o la vergüenza
  • Fácil acceso a armas de fuego, medicamentos o tóxicos: aumenta el riesgo del mismo, al facilitar el paso de la ideación a la conducta suicida.

Acoso por parte de pares (iguales): en adolescentes, se ha asociado con altos niveles de estrés, así como con ideación y conducta suicidas.

Otros factores de riesgo

  • História de maltrato físico o abuso sexual: Los abusos sexuales y físicos, más concretamente los producidos durante la infancia, presentan una asociación consistente con la conducta suicida.
  • Orientación sexual: Aunque la evidencia es limitada, parece existir un mayor riesgo de suicidio en homosexuales, sobre todo en la adolescencia y en los adultos jóvenes, debido a que en ocasiones sufren discriminación, tensiones en sus relaciones interpersonales, ansiedad y falta de apoyo, lo que aumenta el riesgo suicida.

Señales de alerta

  • Expresión de pensamientos o intensiones suicidas
  • Desaliento
  • Sufrimiento psíquico
  • Pérdida del sentido de la vida y de los valore
  • Aislamiento
  • Deseos de tener armas, búsqueda de mecanismos para hacerse daño
  • Sentimientos de fracaso
  • Sentimientos de desamparo, considerar que esta solo, que no es importante para nadie o que es un estorbo
  • Llanto
  • Tener en cuenta todas estas señales y hablar sobre ellas con el posible suicida es un acto de protección, proporcionarle alternativas y pedir ayuda es totalmente necesario, Tristeza
  • Cambios de hábitos  (alimentación y sueño)
  • Disminución en el interés por las cosas que anteriormente disfrutaba
  • Mal humor persistente, cambios repentinos del estado de ánimo
  • Descuido en la apariencia personal
  • Disminución en el rendimiento escolar o laboral
  • Aumento a abuso de alcohol o sustancias psicoactivas

La importancia de identificar las señales de riesgo está en que podemos actuar a tiempo, antes de que se presente una situación calamitosa.

Es importante acercarse a la persona amablemente, sin evadir las evidencias que tenemos de su comportamiento. También es vital buscar una ayuda profesional, tanto para la persona en riesgo como para su familia.

En situaciones de riesgo de suicidio es mejor actuar por exceso al considerar el riesgo y no por defecto, obrando con una mal entendida prudencia y dar espacio a que sucedan hechos dolorosamente irreversibles.

Después de un intento de suicidio, se debe hacer un plan de seguridad para ayudar a prevenir otro intento. El plan debe ser un esfuerzo común entre el familiar y el doctor, el terapeuta, el personal de la sala de emergencias y usted. Como pariente, debe conocer el plan de seguridad de su familiar y comprender su papel en el mismo, que incluye:

  • Identificar qué tipo de eventos afectan emocionalmente a su familiar, por ejemplo el aniversario de una pérdida, el alcohol o el estrés que provoca una relación.
  • crear una red de apoyo para su familiar con profesionales de la salud mental, la familia, los amigos y recursos de la comunidad.
  • Fomentar la comunicación y la honestidad en su relación con su familiar

Conclusión

Tras una conducta suicida se recomienda realizar siempre una adecuada evaluación psicopatológica y social que incluya las características psicológicas y contextuales del paciente, así como una evaluación de los factores de riesgo y de protección de conducta suicida.

Los profesionales implicados en la asistencia de pacientes con conducta suicida deberán tener una adecuada formación que les permita evaluar la presencia de factores de riesgo de conducta suicida y registrar el perfil de riesgo del paciente. Se deberá favorecer la comunicación de la sintomatología, sentimientos y pensamientos del paciente asociados a la conducta suicida y facilitar que el paciente y sus allegados se impliquen en la toma de decisiones.

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